Rafael Lorenzo, nos hizo pasar momentos inolvidables con su anterior novela Ataytana y el poder del Horyum y ahora recupera a sus principales personajes para seguir asombrándonos con sus aventuras.

La historia transcurre en Santa Cruz de Tenerife, en el entorno del casco histórico. Se sitúa temporalmente en dos momentos, la madrugada del 25 de julio de 1797 y un domingo de mayo de 2009. Termina la aventura en la Capilla de Carta con un final sorprendente que deja el camino abierto a la imaginación de los lectores.

Con un lenguaje directo y claro, está dirigida al público infantil y juvenil. Además de los valores que ensalza, sobre todo la importancia de la amistad, el hecho de que transcurra en una fecha de gran significación en la historia de Canarias, así como en un espacio de gran valor histórico y monumental, convierten a Atteneri en una novela de gran interés para todos.

Juan Rafael Lorenzo Pérez, nacido en Tazacorte en 1949, es actualmente maestro de Enseñanza Primaria jubilado después de cuarenta y dos años de docencia.

Aficionado desde siempre a la tarea de escribir, sobre todo narrativa, comenzó en 2007 Ataytana y el poder del Horyum, que se publicaría en diciembre del 2008. Su jubilación en 2009 coincidió con el comienzo de Atteneri, secuela de “Ataytana”, concluida en 2010, y que ha permanecida inédita hasta ahora.

Su interés en el oficio de escribidor se ha plasmado también en poesía, relatos cortos y microrrelatos, hasta ahora inéditos, y en una novela, aún inconclusa, ambientada en nuestra Guerra Civil.

Su experiencia docente también se desarrolló en torno a la enseñanza de la Música, lo que le llevó a trabajar en la elaboración de distintos diseños curriculares y también en tareas complementarias de apoyo a la enseñanza de la Música en el aula, concretadas éstas en distintas páginas de su web www.flautadulce.com, de libre acceso para cualquier interesado.

Está convencido de que la tarea de escribir es harto difícil, y por ahora se define como un modesto “juntapalabras”, aspirante a reunir méritos suficientes para colgarse algún día el cartel de escritor.