Mínimamente es una obra llena de un montón de tontadas, de sencillos ejercicios de creatividad que no pretenden ser importantes, sino ser un objeto para
divertirse y divertir. Nada más y nada menos. Javier Rodríguez defiende que todas las personas son creativas, así que decidió, como el Dr. Jeckyll, experimentar consigo mismo y poner a prueba esa hipótesis. Los “géneros” de las tontadas se definieron claramente, con total seguridad, por las distintas influencias de partida. Décimas, palabras, pequeñas reflexiones, cuentos y demás son solo herramientas para fabricar sonrisas o provocar alguna emoción sincera. Pero cada uno tiene las suyas. Mínimamente es un entretenimiento, una forma de tomarse las cosas con cierto humor porque el humor es, seguramente, una de las cosas más serias. Si usted decide abrir el libro –o acaso ya lo leyó-, solo encontrará un montón de pequeños intentos de hacerle más feliz. Al menos lo que dure ese ratito.